0.- En primer lugar conviene llevar a cabo algunas precisiones metodológicas. Metafilosofía puede entenderse en dos sentidos: en primer lugar, como la conciencia de que
estamos en una época que se encuentra más allá de la filosofía, tras la muerte o
realización de la filosofía; en segundo lugar, metafilosofía se puede entender como
la reflexión acerca de la propia filosofía, de su definición, de los diversos estilos de
hacer filosofía, etc. En este segundo sentido la Metafilosofía se aproxima a lo que también se denomina perifilosofía, es decir, los estudios acerca de las diferentes formas
de hacer filosofía a lo largo de la historia, o incluso la reflexión acerva de las posibles formas de hacer filosofía .Por otra parte, entendemos metafísica como una disciplina esencialmente problemática más que teoremática, más un saber nómada
que una ciencia sedentaria, más cercana al arte que a la ciencia, con dos partes, la
ontología y la teodicea; la ontología es, por un lado, la ciencia del ser en cuanto ser y
por otro la teoría de las categorías, mientras que la teodicea se puede entender, una
vez periclitada su concepción como teología natural, como la reflexión acerca del
problema del mal y del sentido de la vida. La ontología es una reflexión en torno a
las ideas de la razón más que sobre los conceptos del entendimiento y en este sentido la ontología puede considerarse una teoría de las categorías en su triple sentido
de modos de ser, formas de hablar y estructuras del pensamiento. También la ontología aventura un intento de explicación última de la realidad llevada a cabo a partir
de los resultados de las ciencias, los mitos, las artes y cualesquiera otras formas
posibles de ordenar y estructurar la realidad. El pensamiento en tanto que conjunto de redes que se proyectan sobre el caos para ordenarlo y transformarlo en un cosmos, se
presenta de tres maneras distintas: la ciencia, el arte y la filosofía, disciplinas basadas respectivamente en funciones, perceptos y afectos y conceptos.
La metafilosofía en tanto que conciencia del acabamiento de la filosofía es una
reflexión diacrónica que supone una teoría acerca de la historia y la historicidad de
la filosofía; por su parte, la perifilosofía es más bien una consideración sincrónica de las La diferencia introduce un juego en el que ningún elemento simple se limita a
estar presente y a remitir sólo a sí mismo. La diferencia es un juego continuo de
remisiones en el que cada elemento remite a los demás ningunos de los cuales está simplemente presente. Cada elemento sólo existe a través de las trazas que han dejado en él los demás elementos del sistema, elementos que se resisten a someterse
a la simple oposición ente la presencia y la ausencia. La diferencia es una espacialización y un diferir que cuestionan la presencia, la referencia a algo presente está
siempre diferida.
5.- Como conclusión podemos decir que las posturas que se tomen en la cuestión
de la metafilosofía en el sentido de un más allá de la filosofía tienen consecuencia
en el ámbito de la perifilosofía ya que impiden ciertas formas de hacer filosofía y
promueven otros modos alternativos. Por nuestra parte pensamos que más que
pretender situarse de golpe en un pensamiento que se considere a sí mismo como
postmetafísico, quizás sea más prudente esforzarse en construir un pensamiento
que entable una relación consciente, irónica y subversiva con sus propios presupuestos metafísicos y que piensa el ser como recuerdo, siendo consciente de la
herencia que conlleva, y de su esencial mortalidad, finitud y caducidad. El ser es
traza, es resto, es recuerdo, y está ligado de manera esencial al tiempo, es radicalmente epocal y no transhistórico. El pensamiento que quiere ir más allá de la metafísica tiene que reconocer que toma prestados los recursos sintácticos y semánticos
de la metafísica en el momento mismo en que trata de deconstruirla. Por esto tiene
que reconocer la persistencia de estas influencias metafísicas y cambiar continuamente las formas y los lugares del cuestionamiento de la metafísica. Es la coyuntura
histórica la que marca los textos o las instituciones que tienen que ser deconstruidos,
así como la dirección en la que hay que impulsar los elementos nuevos así liberados.
De igual manera que en los años setenta fue preciso someter a un trabajo de deconstrucción las versiones dominantes del freudismo y del marxismo, hoy en día conviene recuperar dichos textos que nunca se han ido del todo y explorares sus potencialidades inéditas. Así como en aquellos años convino recuperar la democracia como
un valor olvidado en los textos y en las prácticas de los grupúsculos revolucionarios,
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