GEORGES POLITZER
PRINCIPIOS ELEMENTALES Y
FUNDAMENTALES DE
FILOSOFÍA
INTRODUCCIÓN
I. ¿ Por qué motivo debemos estudiar la filosofía?
EN EL CONJUNTO de este libro hemos decidido presentar y explicar los
fundamentos elementales de la filosofía materialista.
¿Por qué? Porque el marxismo está profundamente ligado a una filosofía y a un
método: los del materialismo dialéctico, precisamente. Por ello es imprescindible
estudiar esa filosofía y ese método a fin de entender bien el marxismo y para rebatir
los argumentos de las teorías burguesas tanto como para acometer una lucha política
eficaz.
En efecto, Lenin dice: “Sin teoría revolucionaria no hay movimiento
revolucionario.” Esto quiere decir, en primer lugar: hay que ligar la teoría con la
práctica.
¿QUÉ ES LA PRÁCTICA? La práctica es el hecho de ejecutar. Por ejemplo, la
industria, la agricultura ejecutan (es decir, hacen entrar en la realidad, determinadas
teorías químicas, físicas o biológicas).
¿QUÉ ES LA TEORÍA? Precisamente el conocimiento de aquellas cosas que
decidimos realizar.
Se puede, claro está, no ser más que práctico; pero en tal caso se realiza por rutina.
También se puede no ser más que teórico; pero entonces lo que constantemente se
concibe es irrealizable. Es necesario, pues, que haya ligazón entre la teoría y la
práctica. Todo el problema consiste en saber cuál debe ser esta teoría y cuál su
ligazón con la práctica.
Pensamos que el militante obrero necesita un período de análisis, de razonamiento
exacto para llegar a realizar una acción revolucionaria precisa. Necesita un sistema
metódico que no entrañe un dogma que le provea de soluciones hechas, sino un
método que tome en cuenta acciones y circunstancias que nunca son los mismos, un
sistema que no desligue jamás la teoría de la práctica, el razonamiento de la vida.
Ahora bien, este sistema metodizado está inserto en la filosofía del materialismo
dialéctico, base del marxismo, que nos proponemos explicar.
II. ¿Es difícil el estudio de la filosofía?
EXISTE LA CREENCIA de que el estudio de la filosofía es una cosa llena de
insalvables dificultades para los obreros y que precisa de conocimientos especiales.
Pero es necesario admitir que la forma como son redactados los manuales burgueses
los confirma plenamente en sus ideas y no pueden menos que rechazarlos.
No queremos negar las dificultades que implica el estudio en general, y
especialmente las de la filosofía. Pero tales dificultades son sin duda superables y se
deben sobre todo al hecho de tratarse de cosas extrañas para muchos de nuestros
lectores.
Desde el inicio, aun señalando las cosas con precisión, los invitaremos a retroceder
sobre ciertas definiciones de vocablos que, en el lenguaje corriente, están
adulterados. www.pcoe.net
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III.¿Qué es la filosofía?
GENERALMENTE se entiende por filósofo: o bien el que vive en las nubes, o bien
el que siempre toma las cosas por su lado bueno, el que “no se hace mala sangre por
nada”. Por el contrario, el filósofo es el que se propone, en ciertas cuestiones,
responder con precisión y si considera que la filosofía pretende dar una explicación
a los problemas del universo (¿de dónde procede el mundo? ¿a dónde vamos?, etc.),
advierte por consiguiente, que el filósofo se ocupa en muchas cosas y, a la inversa
de lo que se dice, “se preocupa mucho de todo”.
En consecuencia, diremos, para definir la filosofía, que quiere explicar el universo,
la naturaleza, que significa el estudio de los problemas más generales. Los menos
generales son estudiados por las ciencias. Por tanto, la filosofía es una extensión de
las ciencias.
Agreguemos inmediatamente que la filosofía marxista da una solución a todos los
problemas, y que esta solución proviene de lo que se llama el materialismo.
IV.¿Qué es la filosofía materialista?
RESPECTO a esto hay también una confusión que inmediatamente debemos
señalar. Generalmente se entiende por materialista el que no piensa más que en
disfrutar de los placeres materiales. Jugando con la palabra materialismo –que
contiene la palabra materia- se ha llegado así a darle un sentido totalmente
impreciso y falso.
Pero al estudiar el materialismo, en el sentido científico de la palabra, vamos a
otorgarle de nuevo su verdadero sentido, auténtica significación, pues el hecho de
ser materialista no impide, según vamos a verlo, poseer un ideal y combatir para
hacerlo triunfar.
Ya hemos dicho que la filosofía pretende dar una explicación a los problemas más
elementales del mundo. Pero en el transcurso de la historia de la humanidad, estas
explicaciones muchas veces no han sido las mismas.
Los primeros hombres hicieron cuanto podían por explicar la naturaleza, el mundo,
pero no pudieron. Lo que puede, en efecto, explicar el mundo y los fenómenos que
nos rodean, son las ciencias; ahora bien, todavía son muy recientes los
descubrimientos que han facilitado el progreso de las ciencias.
Está visto que la ignorancia de los primeros hombres era un impedimento para sus
investigaciones. De ahí que en el discurso de la historia, motivado por esta
ignorancia, vemos surgir las religiones, que también pretenden explicar el mundo. Y
lo explican mediante las fuerzas sobrenaturales. Pero, en realidad, tal explicación es
absolutamente anticientífica. Poco a poco, en el correr de los siglos, se desarrollará
la ciencia. Entonces los hombres tratarán de explicar el mundo por medio de los
hechos materiales partiendo de experiencias científicas, y de tal voluntad de explicar
las cosas por las ciencias, nace la filosofía materialista.
En las páginas que siguen, vamos a estudiar qué es el materialismo; pero, desde
luego, no debemos olvidar que el materialismo no es ni más ni menos que la
explicación científica del universo.
Por ello, estudiando la historia de la filosofía materialista, observaremos cuán ardua
y difícil ha tenido que ser la lucha contra la ignorancia. Debemos comprobar, por
otra parte, que actualmente esta lucha no ha terminado todavía, puesto que el
materialismo y la ignorancia continúan subsistiendo juntos uno al lado del otro. www.pcoe.net
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En el transcurso de ese combate participaron Marx y Engel. Dándose cuenta de la
trascendencia de los grandes descubrimientos del siglo XIX, permitieron a la
filosofía del materialismo lograr enormes progresos en la explicación científica del
universo. Fue así como nació el materialismo dialéctico. Más tarde, fueron los
primeros en darse cuenta de que las leyes que rigen el mundo también facilitan la
explicación de la marcha de las sociedades, y formularon así la célebre teoría del
materialismo histórico.
En esta obra nos proponemos estudiar, en primer lugar, el materialismo; después el
materialismo dialéctico y, finalmente, el materialismo histórico. Por el momento,
queremos establecer las relaciones existentes entre el materialismo y el marxismo.
V.¿Cuáles son las relaciones entre el materialismo y el marxismo?
DE MOMENTO, podemos resumirlas de la manera siguiente:
1. La filosofía del materialismo constituye la base del marxismo.
2. Esta filosofía materialista, que trata de dar una explicación científica a
los problemas del mundo, adelanta en el decurso de la historia a la par
que de las ciencias. Por lo tanto, el marxismo ha nacido de las ciencias,
se apoya en ellas y evoluciona con ellas.
3. Antes de Marx y Engels, en sucesivas ocasiones y bajo diferentes
formas, surgieron y se desarrollaron diferentes concepciones
materialistas. Sin embargo, no es sino hasta el siglo XIX –época en que
las ciencias dan un gran salto hacia delante- cuando Marx y Engels
rejuvenecen el viejo materialismo apoyándose en todos los grandes
descubrimientos de las ciencias modernas y dan forma al materialismo
actual, es decir, el materialismo dialéctico, que es la base del marxismo.
Comprendemos, pues, por estas breves explicaciones, que la filosofía del
materialismo, contrariamente a lo que se ha divulgado, tiene una historia.
Historia ésta que está íntimamente unida a la historia de las ciencias. El
marxismo, fundamentado en el materialismo, no ha emergido del cerebro
de un solo hombre, sino que es el desenlace, la continuación del viejo
materialismo que ya se hallaba muy adelantado con Diderot. Así, pues, el
marxismo es la dilatación del materialismo desarrollado por los
Enciclopedista del siglo XVIII, enriquecido por los sorprendentes
descubrimientos del siglo XIX. El marxismo, pues, es una teoría viva y,
para manifestar de qué forma encara los problemas, vamos a presentar un
ejemplo que todo el mundo conoce: el problema de la lucha de clases.
¿Qué piensa la gente sobre esta cuestión? Mientras unos creen que la
defensa del pan releva de la lucha política, otros, creen que es suficiente
andar a puñetazos en la calle, negando la necesidad de la organización.
Otros, todavía, creen que únicamente la lucha política aportará una
solución atingente para este problema.
Pero he aquí que para el marxista, el problema de la lucha de clases
comprende:
a) La lucha económica.
b) La lucha política.
c) La lucha ideológica. www.pcoe.net
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He aquí, pues, cómo el problema debe plantearse simultáneamente, en los tres terrenos.
a) No es factible luchar por el pan (lucha económica) sin al mismo
tiempo, luchar por la paz (lucha política) y sin atender la libertad
(lucha ideológica).
b) También sucede lo mismo en cuanto a la lucha política, que desde
Marx a nuestros días, se ha transformado en una verdadera ciencia;
hay que pensar a la vez en la situación económica y las corrientes
ideológicas.
c) En cuanto a la lucha ideológica que se hace presente en la
propaganda, tenemos la obligación de tener en cuenta, para que la
lucha se sea eficaz, la situación económica y política.
No cabe duda, pues, que todos estos problemas están ligados, por lo que no se puede
adoptar una determinación ante cualquier aspecto de este gran problema que es la lucha
de clases (en una huelga, por ejemplo) sin antes tomar en consideración todos y cada
uno de los aspectos del problema y el conjunto del problema mismo.
En efecto, el que sea capaz de luchar en todos los terrenos, ése dará al movimiento la
mejor dirección.
Así vemos cómo un marxista comprende ese problema de la lucha de clases. Además,
en la lucha ideológica que estamos obligados a sostener todos los días, nos encontramos
ante problemas difíciles de resolver. Por ejemplo: inmortalidad del alma, existencia de
Dios, orígenes del mundo. El materialismo dialéctico nos otorgará un método de
razonamiento que nos ayudará a resolver todos esos problemas, y también a
desenmascarar todas las acciones de falsificación del marxismo llevadas a cabo con el
propósito de “completarlo y renovarlo”.
VI. Campañas de la burguesía contra el marxismo
TODA TENTATIVA de falsificación se apoya sobre bases diversas. Se trata
sencillamente de sublevar contra el marxismo a los autores socialistas del lapso
premarxista (anteriores a Marx). De esta manera es como vemos utilizar contra Marx
muy seguidamente a los “autopistas”.
Hay otros que utilizan a Proudhon, y otros que se inspiran en los revisionistas de antes
de 1914 (refutados magistralmente por Lenin). Sin embargo, lo que hay que hacer
resaltar, es la campaña de silencio que realiza la burguesía contra el marxismo. La
burguesía lo ha hecho todo en particular para que sea desconocida la filosofía
materialista en su verdadero contexto marxista. En tal sentido es particularmente
sorprendente el agrupamiento de la enseñanza filosófica tal como se da en Francia.
En las escuelas de enseñanza secundaria se imparte la enseñanza de la filosofía. No
obstante se puede seguir toda esta enseñanza sin darse cuenta de que existe una filosofía
materialista elaborada por Marx y Engels. De suerte que cuando en los manuales de
filosofía se habla de materialismo (porque es imprescindible hablar de ello) siempre se
procura hablar de marxismo y materialismo de una manera separada. Es decir, que se
presenta el marxismo, en general, solamente como una doctrina política, y cuando se
trata de materialismo histórico no se habla, a ese respecto, de la filosofía del
materialismo, y en última instancia, ignora todo cuanto importa al materialismo
dialéctico.
Tal situación no existe únicamente en las escuelas y en los liceos, sino que sucede
exactamente lo mismo en las universidades. Pero lo más singular, lo más característico, www.pcoe.net
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es que en Francia se puede ser un “técnico” de la filosofía, galardonado con los
diplomas más importantes que otorgan las universidades francesas, sin enterarse que el
marxismo tiene una filosofía (el materialismo) y sin saber que el materialismo
tradicional posee una forma moderna, que es el marxismo, o materialismo dialéctico.
Por nuestra parte, queremos demostrar, que el marxismo entraña una concepción
general, no únicamente de la sociedad, sino también del universo mismo. Por lo tanto,
contrariamente a lo que pretenden algunos, es inútil lamentar que el gran defecto del
marxismo sea su carencia de filosofía, y querer, como hacen algunos teóricos del
movimiento obrero, ir en busca de esa filosofía, que según ellos falta en el marxismo.
En efecto, no es menos cierto que, no obstante esa campaña del silencio, a pesar de
todas las falsificaciones y precauciones adoptadas por las clases dirigentes, el marxismy su filosofía empiezanAPÍTULO I
EL PROBLEMA FUNDAMENTAL DE LA FILOSOFÍA
I. ¿Cómo debemos comenzar el estudio de la filosofía?
EN LA PRECEDENTE introducción, hemos mencionado muchas veces la filosofía del
materialismo dialéctico en calidad de base del marxismo.
Y lo hemos hecho porque nuestro propósito es el estudio de esta filosofía; pero para
realizarlo hay que avanzar por etapas.
De ahí que cuando hablamos de materialismo dialéctico, estamos pensando en dos
palabras: materialismo y dialéctica, lo que infiere que el materialismo es dialéctico. Ya
sabemos que el materialismo existía antes de Marx y Engels, pero no es menos cierto
que fueron ellos, con ayuda de los descubrimientos científicos del siglo XIX, quienes
dieron su forma actual a ese materialismo y crearon el materialismo “dialéctico”.
Más adelante examinaremos el significado de la palabra “dialéctica” que indica la forma
moderna del materialismo.
Mas si antes de Marx y Engels hubo filósofos materialistas –por ejemplo Diderot en el
siglo XVIII- y puesto que hay puntos convergentes entre todos los materialistas,
debemos estudiar la historia del materialismo antes de abordar el materialismo
dialéctico. Porque debemos conocer también cuáles son las concepciones contrarias al
materialismo.
II. Dos concepciones para explicar el mundo
YA HEMOS VISTO que la filosofía entraña el “estudio de los problemas más
generales” y que tiene por objeto explicar el mundo, la naturaleza, el hombre.
Si ojeamos un manual de filosofía burguesa quedamos atónitos ante la gran cantidad de
filosofías diferentes que se encuentran allí. Son diferenciadas por múltiples palabras
más o menos complicadas que terminan en “ismo”: criticismo, evolucionismo,
intelectualismo, etcétera, cantidad tal que crea gran confusión. La burguesía, por otra
parte, no ha hecho nada para aclarar y diferenciar el porqué, sino muy al contrario; pero
nosotros podemos agrupar y separar estos razonamientos en dos grandes corrientes, en
dos concepciones absolutamente opuestas:
a. La concepción científica.
b. La concepción no-científica del mundo.
III. La Materia y el Espíritu
CUANDO LOS FILÓSOFOS se han decidido a explicar las cosas del mundo, de la
naturaleza, del hombre; en fin, de todo cuanto nos rodea, se han visto forzados a hacer
distinciones. Nosotros mismos constatamos que existen cosas, objetos que son
materiales, que podemos ver y tocar. Pero también hay otras que no vemos y que no
podemos tocar, ni medir, como nuestras ideas.
De ahí que clasifiquemos las cosas de este modo: por una parte, por ejemplo, las que
son materiales; por otra las que no son materiales y que son propias del dominio del
espíritu, del pensamiento, de las ideas.
De suerte que es así como los filósofos se han hallado en presencia de la materia y del
espíritu. www.pcoe.net
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IV. ¿Qué es la Materia, qué es el Espíritu?
ACABAMOS DE VER, de una manera general, que las cosas han llegado a clasificarse
como materia o espíritu.
Sin embargo, debemos indicar con justeza que ese distingo se hace en distintas formas y
con distintas palabras.
Es así como, en vez de hablar del espíritu, hablamos del pensamiento, de nuestras
propias ideas, de nuestra conciencia, de nuestra alma, exactamente igual que, hablando
de la naturaleza, o del mundo, o de la tierra, o del ser, nos referimos a la materia.
Engels, en su obra Ludwing Feuerbach, se refiere al ser y al pensamiento. El ser es la
materia; el pensamiento es el espíritu.
Para precisar lo que es el pensamiento o el espíritu y el ser o la materia, diremos:
El pensamiento es la concepción que nos formamos de la cosas; determinadas ideas
surgen generalmente de nuestras sensaciones y pertenecen a objetos materiales; otras
ideas, como las de Dios, de la filosofía, del infinito, del pensamiento mismo, no
pertenecen a objetos materiales. Sin embargo, lo que debemos situar aquí como esencial
es que tenemos ideas, pensamientos y sentimientos, porque vemos y sentimos.
Ciertamente, la materia o el ser es lo que nuestras sensaciones y nuestras percepciones
nos muestran y nos dan; es, dicho de una manera general, todo lo que nos rodea, lo que
se denomina el “MUNDO EXTERIOR”. Por ejemplo: mi hoja de papel es blanca. El
conocimiento o el saber que es blanca, ya es una idea, y son mis sentidos los que me
dan esta idea. En cuanto a la materia es la hoja misma.
De ahí que cuando los filósofos se refieren a las relaciones entre el ser y el pensamiento,
o entre el espíritu y la materia, o entre la conciencia y el cerebro, etcétera, todo esto es
exactamente lo mismo y quiere decir: ¿cuál es, entre la materia o el espíritu, entre el ser
o el pensamiento, el más importante, el que en definitiva domina, en fin, el que surgió
primero? Seguramente es lo que se llama:
V. La cuestión o el problema fundamental de la Filosofía
SEGURO QUE CADA UNO de nosotros se ha preguntado: ¿En que nos convertimos
después de la muerte? ¿De dónde proviene el mundo? ¿Cómo se ha formado la Tierra?
Y, no obstante, no es difícil admitir que siempre ha existido algo. Se tiene la inclinación
a pensar que en determinado momento no había nada. De ahí que sea más fácil creer lo
que afirma la religión: “El espíritu planeaba por encima de las tinieblas...después fue la
materia.” He aquí, pues, que del mismo modo uno se pregunta dónde se encuentran
nuestros pensamientos y he aquí planteado también el problema de las relaciones que
existen entre el espíritu y la materia, entre el cerebro y el pensamiento. También por
otra parte, hay muchas otras formas de plantear la cuestión. Por ejemplo: ¿cuáles son las
relaciones que hay entre la voluntad y el poder? Aquí la voluntad es el espíritu, el
pensamiento, y el poder es aquello que es posible, el ser, la materia. Y, en efecto,
también tenemos la cuestión de las relaciones entre la “existencia social” y la
“conciencia social”.
Aquí hallamos, por tanto, que la cuestión fundamental de la filosofía se manifiesta bajo
diferentes aspectos y se nota muy bien qué importante es reconocer siempre la forma
como se plantea esa cuestión de las relaciones entre la materia y el espíritu, porque
sabemos que sólo puede haber allí dos respuestas para la cuestión:
1. Una respuesta científica.
2. Una respuesta no-científica. www.pcoe.net
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VI. Idealismo o Materialismo
ES ASÍ, en efecto, como los filósofos se han visto precisados a tomar una posición en
esta trascendente cuestión.
Como ya hemos dicho, los primeros hombres, absolutamente ignorantes, por no poseer
ningún conocimiento del mundo y de ellos mismos, achacaban a seres sobrenaturales la
responsabilidad de cuanto les impresionaba. En su torpe imaginación excitada por los
sueños, donde creían ver vivir a sus amigos y a ellos mismos, llegaron a la conclusión
de que cada uno de nosotros tiene una doble existencia. Obnubilados por la idea de ese
“doble”, llegaron a creer que sus pensamientos y sus sensaciones
“ ...no eran funciones de su cuerpo, sino de un alma especial, que moraba en ese cuerpo
y lo abandonaba al morir”. 1
Posteriormente surgió la idea de la inmortalidad del alma y la creencia de una vida
posible del espíritu fuera de la materia.
En efecto, los hombres necesitaron muchos siglos para llegar a descifrar el problema de
esa manera. Empero, sólo desde la filosofía griega (y, en particular, desde Platón, hace
ya alrededor de veinticinco siglos), han llegado a oponer abiertamente la materia y el
pensamiento.
Hacía mucho tiempo, sin duda, que mantenían la suposición de que el hombre
continuaba viviendo después de la muerte en forma de “alma”, pero se imaginaban a
esta alma como una especie de cuerpo transparente, ligero y no en forma de
pensamiento puro.
Por la misma causa, creían en dioses, seres más poderosos que los hombres, pero los
suponían en forma de hombres o de animales, es decir, como cuerpos materiales. Fue
más tarde, cuando las almas y los dioses (después el Dios único que ha reemplazado a
los dioses) los concibieron como puros espíritus.
Y así fue como se llegó entonces a imaginar que hay en la realidad espíritus que tienen
una vida absolutamente específica, totalmente independiente de la de los cuerpos, y que
no necesitan cuerpos para existir.
Andando el tiempo, esta cuestión se planteó de una forma más precisa con respecto a la
religión, de esta manera:
“ ...¿ el mundo fue creado por Dios, o existe desde toda una eternidad? Los filósofos se
dividían en dos grandes campos, según la contestación que diesen a esta pregunta “.2
Aquellos que, adoptando la explicación no-científica, admitían la creación del mundo
por Dios, afirmaban que el espíritu había sido el creador de la materia, formaban en el
campo del idealismo.
Los otros, aquellos que trataban de dar una explicación científica, del mundo y creían
que la naturaleza, o sea la materia, era el elemento principal, pertenecían a las diferentes
escuelas del materialismo.
Originalmente, esas dos manifestaciones, idealismo y materialismo, no significaban más a ser cada vez más conocidosCAPÍTULO II
EL IDEALISMO
I. El idealismo Moral y el Idealismo Filosófico
YA HEMOS VISTO la confusión creada por el lenguaje corriente respecto del
materialismo. En igual confusión se incurre a propósito del idealismo.
Por tanto, no hay que confundir, en efecto, el idealismo moral con el idealismo
filosófico.
Idealismo moral
EL IDEALISMO moral consiste en consagrarse a una causa, a un ideal.
Consecuentemente, por la historia del movimiento obrero internacional, sabemos
cuántos revolucionarios marxistas se han entregado hasta el sacrificio de su vida por un
ideal moral y, no obstante, eran adversarios de ese otro idealismo que se denomina
idealismo filosófico.
Idealismo filosófico
EL IDEALISMO filosófico es una doctrina fundamentada en la explicación de la
materia por el espíritu.
El razonamiento es, en efecto, el que responde a la cuestión fundamental de la filosofía
diciendo: “El pensamiento es el elemento principal, el más importante, es decir, el
primero.” Y el idealismo, afirmando la importancia primera del pensamiento, mantiene
la idea de que es él el que produce el ser, o dicho de otro modo: “el espíritu es el que
crea la materia”.
He aquí, pues, la primera forma del idealismo, que se ha desarrollado en las religiones
asegurando que Dios, “espíritu puro”, fue el creador de la materia.
La religión, que ha pretendido y pretende todavía mantenerse al margen de las
controversias filosóficas es, por el contrario, la representación directa y lógica de la
filosofía idealista.
En efecto, como la ciencia cuestionó en el transcurso de los siglos, hubo necesidad de
explicar la materia, el mundo, y todas las cosas, de otro modo que por Dios únicamente.
He aquí que desde el siglo XVI, la ciencia empieza a explicar los fenómenos de la
naturaleza sin tomar en cuenta a Dios y haciendo caso omiso de la hipótesis de la
creación.
Para combatir mejor estas explicaciones científicas, materialistas y ateas, era necesario
llevar más adelante el idealismo e inclusive negar la existencia de la materia.
En eso se ocupó a principios del siglo XVIII, el obispo inglés Berkeley, a qien se ha
llamado el padre del idealismo.
II. ¿Por qué debemos estudiar el Idealismo de Berkeley?
EL PROPÓSITO de su sistema filosófico era aniquilar el materialismo, querer
demostrarnos que la substancia material no existe. En el prefacio de su libro Diálogos
entre Hylas y Filonus, escribe: www.pcoe.net
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“Si los principios que aquí intento propagar se admiten como verdaderos, las
consecuencias que según creo se derivarán inmediatamente de ellos son: que el ateísmo
y el escepticismo serán totalmente vencidos, que muchos puntos intrincados se harán
claros, grandes dificultades se resolverán, partes inútiles de la ciencia serán eliminadas,
la especulación, se relacionará con la práctica y los hombres se apartarán de las
paradojas a favor del sentido común.”1
De ahí, pues, que para Berkeley, lo único verdadero estriba en que la materia no existe y
que resulta paradójico sostener lo contrario.
Ahora vamos a ver cómo se las compone para demostrarlo. Pero creo que no es por
demás insistir en que aquellos que quieran estudiar la filosofía tomen la teoría de
Berkeley en gran consideración.
No se me oculta que pretender tales cosas hará sonreír a algunos, mas no hay que
olvidar que vivimos en el siglo XX y nos beneficiamos con todos los estudios del
pasado. Se comprobará, por otra parte, cuando estudiemos el materialismo y su historia,
que los filósofos materialistas de tiempos pasados también harán sonreír.
Pero hay que tener presente, que Diderot, que fue antes que Marx y Engels el más
connotado entre los grandes pensadores materialistas, atribuía al sistema de Berkeley
cierta importancia, puesto que lo describe como un
“... sistema para vergüenza del espíritu humano, para vergüenza de la filosofía, es el
más difícil de combatir, aunque el más absurdo de todos”.2
(Cita de Lenin en
Materialismo y Empiriocriticismo, p. 23).
El mismo Lenin, en su libro, consagró numerosas páginas a la filosofía de Berkeley:
“...’novísimos’ machistas no han aducido contra los materialistas ni un solo argumento,
literalmente ni uno solo, que no se pueda encontrar en el obispo Berkeley”
Y he aquí la apreciación del inmaterialismo de Berkeley en un manual de historia de la
filosofía difundido aún en los liceos:
“Teoría aún imperfecta, sin duda, pero admirable y que debe desterrar para siempre, en
los espíritus filosóficos, la creencia en la existencia de una substancia material.”3
Es decir, la importancia de ese razonamiento filosófico.
III. El Idealismo de Berkeley
LA FINALIDAD de ese sistema estriba en demostrar que la materia no existe.
Berkeley decía:
“La materia no es lo que creemos, pensando que existe fuera de nuestro espíritu.
Pensamos que las cosas existen porque las vemos, porque las tocamos; y como Pero nuestras sensaciones no son más que ideas que tenemos en nuestro espíritu. Así,
pues, los objetos que percibimos por nuestros sentidos no pueden existir fuera de
nuestros espíritus.”4
Según Berkeley, las cosas existen. El no niega su naturaleza y su existencia, pero para él
sólo existen en forma de sensaciones que nos las dan a conocer, y dice:
“... nuestras sensaciones y los objetos no son más que una sola y misma cosa”.
Es cierto, las cosas existen; pero en nosotros, en nuestro espíritu y no tiene ninguna
substamcia fuera del espíritu.
Nos damos cuenta de las cosas con ayuda de la vista; las percibimos con ayuda del
tacto; el olfato nos comunica con el olor; el sabor, nos informa sobre el gusto; el oído,
sobre los sonidos. Estas diversas sensaciones nos ofrecen ideas que coordinadas unas
con otras, hacen que nosotros les demos un nombre común y las consideremos como
objetos.
“Se ve, o se observa, por ejemplo, un color, un gusto, un olor, una forma, una
consistencia determinados... se reconoce este conjunto como un objeto que se designa
con la palabra manzana. Otras combinaciones de sensaciones, otras colecciones de
ideas, constituyen lo que se llama la piedra, el árbol, el libro y los otros objetos
sensibles”.5
En efecto, somos víctimas de ilusiones, cuando creemos conocer como exteriores el
mundo y las cosas, puesto que todo eso no existe más que en nuestro espíritu.
En su libro Diálogos entre Hylas y Filonus, Berkeley nos demuestra esta tesis de la
manera siguiente:
“Fil.-¿Puede ser verdadera una doctrina cuando nos hace caer en el absurdo?
Hil.- Sin duda alguna puede serlo.
Fil.- ¿Y no es absurdo pensar que la misma cosa sea a la vez caliente y fría?
Hil.- Sí lo es.
Fil.- Suponte que una de las manos está caliente y la otra fría y que las dos se
sumergen a la vez en la misma vasija de agua en un estado intermedio de temperatura:
¿no parecerá el agua caliente para una mano y fría para la otra?” 6
Pues como es absurdo creer que una misma cosa en el mismo instante pueda ser en sí
misma distinta, debemos llegar a la conclusión de que esta cosa no existe más que en
nuestro espíritu.
¿Qué hace Berkeley en su método de razonamientos y de controversia? Despoja los
objetos, las cosas, de todas sus propiedades:
¿Decís que los objetos existen porque tienen un color, un sabor, un olor, porque son
grandes o pequeños o pesados?
Voy a demostrar que nada de eso existe en los objetos sino en nuestro espíritu.
He aquí, pues, un pedazo de tejido: me decís que es rojo ¿Será así con seguridad? Creéis
que el color rojo está en el tejido mismo. ¿Es cierto?Sabéis que existen animales que tienen ojos distintos de los nuestros y, sin embargo, no
verán este tejido; de la misma manera, un hombre que padezca ictericia ¡lo verá
amarillo! Entonces, ¿de qué color es? Decís entonces que eso depende. Si es así el rojo
no está, pues, es el tejido, sino en el ojo, es decir, en nosotros.
¿Decís que este tejido es liviano? Dejadlo caer sobre una hormiga y ésta lo encontrará
pesado. ¿Quién posee la razón, pues? ¿Pensáis que es caliente? Si estuvieseis atacados
por la fiebre, ¡lo encontraríais frío! En consecuencia, ¿es caliente o es frío?
En una palabra, si las mismas cosas pueden ser en el mismo momento para unos rojas,
pesadas, calientes, y para otros absolutamente lo contrario, es que somos víctimas de
ilusiones y, por tanto, las cosas únicamente existen en nuestro espíritu.
Quitándole a los objetos todas sus propiedades, llegamos a concluir que no existen más
que en nuestro pensamiento, es decir, que la materia es sólo la idea.
Ya antes que Berkeley, los filósofos griegos afirmaban, y era cierto, que algunas
cualidades, tales como el sabor o el sonido, no se hallaban en las cosas mismas, sino en
nosotros.
Pero lo que hay de nuevo en la teoría de Berkeley es precisamente que dilata esta
observación hacia todas las cualidades de las cosas.
Cierto que los filósofos griegos habían establecido, entre las cualidades de los objetos,
la distinción siguiente:
Por una, parte las cualidades primarias, es decir, las que se hallan en las cosas, como el
tamaño, el peso, la resistencia, etcétera. Y por otra parte las cualidades secundarias, es
decir, las que se hallan en nosotros, tales como el olor, el sabor, el calor, etcétera.
Berkeley adjudica a las cualidades primarias la misma tesis que a las secundarias, o sea,
que las cualidades, las propiedades, no están en los objetos, sino en nosotros.
Si miramos al Sol, lo vemos redondo, plano, rojo. Pero, sin embargo, la ciencia nos
demuestra que nos engañamos, que el Sol no es plano, no es rojo. Por tanto, haremos
abstracción, pues, por la ciencia, de algunas falsas cualidades que atribuimos al Sol,
pero sin sacar, por ello, la ¡conclusión de que no existe! Sin embargo, Berkeley llega a
esa conclusión.
Berkeley está en lo cierto demostrando que la distinción de los antiguos no resistía el
análisis científico, pero cae de lleno en una falta de razonamiento, en un sofisma, al
sacar de esas observaciones consecuencias que no admiten la realidad material.
En efecto, demuestra que las cualidades de los objetos no son tales como las aprecian
nuestros sentidos, es decir, que nuestros sentidos nos equivocan y deforman la realidad
material, y de inmediato saca la conclusión de que ¡la realidad material, no existe!
IV. Consecuencia de los razonamientos “Idealistas”
PERO COMO LA TESIS ERA: “Todo no existe más que en nuestro espíritu”, tales
razonamientos llegan a hacernos creer que el mundo exterior no existe.
He aquí que siguiendo este razonamiento hasta el extremo, llegamos a decir: “Soy el
único que existe, puesto que únicamente conozco a los demás hombres por mis ideas,
puesto que los otros hombres sólo son para mí, como todas las cosas materiales,
conjuntos de ideas.”
Es lo que en filosofía se llama el solipsismo (que quiere decir solo-yo-mismo).
Berkeley –nos informa Lenin en su libro ya citado- se defiende instintivamente contra la
acusación que se le hace de sostener tal teoría. De suerte que hasta se comprueba que el
solipsismo, forma extrema del idealismo, nunca ha sido mantenido por ningún filósofo. www.pcoe.net
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Precisamente por eso debemos consagrarnos, discutiendo con los idealistas, a recalcar
que los razonamientos que niegan efectivamente la materia, precisan para ser lógicos y
consecuentes, llegar hasta este extremo absurdo que es el solipsismo.
V. Los argumentos idealistas
HASTA AQUÍ nos hemos circunscrito a resumir de la manera más simple la teoría de
Berkeley, porque es él quien ha dicho más francamente lo que es el idealismo filosófico.
Cierto también que para entender bien todos esos razonamientos, que son nuevos para
nosotros, es necesariamente indispensable, tomarlos muy en serio y realizar un esfuerzo
intelectual.
Así, pues, veremos más adelante que, pese a que el idealismo se presenta de una forma
más oculta, arropado con palabras y expresiones nuevas, todas las filosofías idealistas
no hacen otra cosa que repetir los argumentos del “viejo Berkeley” (Lenin).
Y también veremos hasta qué punto ha podido infiltrarse en nosotros, a pesar de una
educación absolutamente laica, la filosofía idealista, que ha dominado y que aún domina
la historia oficial de la filosofía, aportando y trayendo consigo un método de
pensamiento del cual estamos impregnados.
Mas como la base fundamental de los argumentos de todas las filosofías idealistas se
hallan insertas en los razonamientos del obispo Berkeley, para resumir este capítulo,
vamos a procurar descifrar cuáles son sus principales argumentos y qué se empeñan en
demostrarnos.
1. EL ESPÍRITU CREA LA MATERIA
SABEMOS que ésta es la respuesta idealista al problema básico de la filosofía; es
decir, es la primera forma del idealismo que se advierte en las distintas religiones en las
que se afirma que el espíritu ha creado el mundo.
Claro que esta afirmación puede tener dos sentidos:
O BIEN Dios ha creado el mundo y éste existe realmente fuera de nosotros. Y por tanto
es el idealismo ordinario de las teologías.7
O BIEN Dios, ha creado la ilusión del mundo, ofreciéndonos ideas que no conciernen a
nada. Este, sin duda, es el idealismo “inmaterialista” del obispo Berkeley, el cual
pretende probarnos que el espíritu es la única realidad, en virtud de que la materia es un
producto fabricado por nuestro espíritu.
De ahí precisamente, que los idealistas afirman que:
2. EL MUNDO NO EXISTE FUERA DE NUESTRO PENSAMIENTO
ESTO ES LO QUE Berkeley se empeña en demostrarnos al afirmar que cometemos un
gran error si señalamos en las cosas, como propias de ellas, cualidades y propiedades
que sólo existen en nuestro espíritu.
En definitiva, para los idealistas, los bancos y las mesas existen, sin duda, pero
únicamente en nuestro pensamiento, y no fuera de nosotros, porque:
3. SON NUESTRAS IDEAS LAS QUE CREAN LAS COSAS
7
La teología es la “ciencia” (!!!) que trata de Dios y de las cosas divinas. www.pcoe.net
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DICHO DE OTRO MODO, las cosas son, pues, el reflejo de nuestro pensamiento.
Cierto, puesto que es el espíritu el que crea la ilusión de la materia, habida cuenta de
que el espíritu es el que infiltra, en nuestro pensamiento la idea de la materia, puesto que
las sensaciones que experimentamos ante las cosas no proceden de las cosas mismas,
sino únicamente de nuestro pensamiento, porque la causa de la realidad del mundo y de
los objetos es nuestro pensamiento y, por tanto, todo lo que nos rodea no existe al
margen o fuera de nuestro espíritu y sólo puede ser el reflejo de nuestro pensamiento.
Pero en virtud de que, para Berkeley, nuestro espíritu sería impotente para crear por sí
solo sus ideas, y que, por otra parte, no hace lo que quiere, como sucedería si las creara
por sí mismo, hay que convenir en que otro espíritu más poderoso es el que las crea. Así
Dios es el que crea nuestro espíritu y nos asigna todas las ideas del mundo que
encontramos en él.
Estas son las principales tesis sobre las cuales se apoyan las doctrinas idealistas y las
respuestas que dan al problema fundamental de la filosofía. En el capítulo siguiente
veremos la réplica de la filosofía materialista a esta cuestión y a los problema
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